martes, 21 de septiembre de 2021

¿Quién es el padre de la patria? La historia según la 4T

Uno de los debates más acérrimos en la historia de México durante el siglo XIX se centró en la cuestión de quién podía reivindicar el mérito de lograr la independencia de México. Las opiniones en disputa se podrían clasificar en dos grandes bandos: el conservador y el liberal, y el resultado de las guerras civiles que asolaron México desde su independencia hasta la década de 1860 fue también el predominio de una visión de los eventos fundacionales del estado mexicano.

La visión liberal nacionalista de la historia de México fue sostenida por distintos regímenes de gobierno, desde la administración de Porfirio Díaz hasta los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana de 1910, el Partido Nacional Revolucionario y sus manifestaciones posteriores, aunque declinó a finales del siglo XX, de manera paralela al declive del nacionalismo estatista (es decir, que privilegia la actuación del Estado sobre la sociedad y la economía). Durante las administraciones de Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), esta versión histórica decayó en relevancia, como muestra estuvieron las fiestas del Centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia, que fueron consideradas "desangeladas", pese a que solían ser dos de los eventos históricos más destacados en la visión nacionalista de la historia.

Sin embargo, con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador (2018-) se revivió este relato histórico, que justificaba sus actos y discursos al autoconsiderarse la "Cuarta Transformación" en la historia de México. La versión del pasado de AMLO consideraba que en el pasado de México habían ocurrido tres eventos revolucionarios ("transformaciones" de la sociedad): la Independencia (1810), la Reforma Liberal (1857) y la Revolución Mexicana (1910), de lo cual se seguía que el gobierno de López Obrador sería la cuarta transición, es decir, se equiparaba con los procesos históricos que eran su inspiración.


Imagen institucional del gobierno actual de los Estados Unidos Mexicanos, presidido por Andrés Manuel López Obrador. Fuente: El Siglo de Torreón

La visión histórica de la 4T es una versión ya desusada de la "Historia de los Grandes Hombres", también conocida como historia de bronce, por ser prolija en construir monumentos a individuos reales o míticos que más que seres humanos reales, con errores, ambiciones e ideales inalcanzables, son casi dioses buenos, desinteresados y con un objetivo claro en la mente: formar a la patria. Entre los héroes que aparecen prominentemente en la imaginería del gobierno actual destacan José María Morelos y Miguel Hidalgo, líderes insurgentes en la Guerra de Independencia (1810-1821); Benito Juárez, presidente de México en el período 1858-1872 y uno de los exponentes principales del liberalismo en México; Francisco I. Madero, líder inicial de la Revolución Mexicana y presidente por un breve período tras la renuncia de Porfirio Díaz, y Lázaro Cárdenas, presidente entre 1934 y 1940 que llevó a cabo políticas de corte nacionalista, estatista y redistributivas de la riqueza, como la expropiación de la industria petrolera (1938), la reforma agraria y la nacionalización de los ferrocarriles. Estos personajes son íconos de las llamadas "transformaciones" y son invocados (sobre todo Juárez) por el titular del Ejecutivo federal. Tal vez la actuación de AMLO hasta ahora no se asemeje mucho en los hechos a sus héroes, pero al menos en el discurso y en los proyectos, fungen como inspiración para su actuación.

Bueno, ¿y quién es el padre de la patria?
Mencioné las dos visiones de la historia mexicana: conservadora y liberal. Comenzaré por describir la conservadora, que siempre ha sido marginal en el discurso oficial en México. Según esta versión, fue Agustín de Iturbide, comandante de los ejércitos realistas, quien logró convencer a la gran mayoría de actores políticos y militares de su época de unirse a su proyecto de las "Tres Garantías". Tras una campaña relativamente incruenta, Iturbide consiguió el consenso de la gran mayoría de las clases gobernantes para separar al país de España. Pese a su fallido gobierno (el Primer Imperio, 1821-1822), no se puede negar que Iturbide instrumentó un cambio de lealtad fuera de la monarquía hispánica.

La versión liberal, sin embargo, sostiene que Iturbide fue en realidad el instrumento de los intereses sempiternos en la Nueva España: el clero, los terratenientes, los comerciantes y, sobre todo, los militares. La consumación de la Independencia habría sido una especie de "revolución desde arriba", un cambio político para evitar la metamorfosis de la sociedad mexicana hacia un régimen más justo y móvil. Los verdaderos autores de la patria mexicana eran los insurgentes, que se habían rebelado contra el gobierno virreinal desde 1810, y en las personas de Rayón y Morelos, habrían formulado el primer proyecto de un país libre y soberano, independiente de España. El origen de todo, sin embargo, habría sido obra del cura Miguel Hidalgo, quien había liderado una rebelión campesina en el Bajío. Los insurgentes lograron quitar del poder a Agustín de Iturbide, y presionaron para que la celebración de la independencia no se realizara el día 27 de septiembre, día de la entrada del Ejército Trigarante de Iturbide a la Ciudad de México, sino el 16 del mismo mes, cuando el padre Hidalgo llamó a tomar las armas a una muchedumbre en Dolores, Guanajuato. Ésta es la visión que Andrés Manuel López Obrador y sus partidarios reivindican y que utilizan como justificación para sus políticas estatistas.

Preocupa al presidente López Obrador que un jarrón del Emperador Maximiliano de Habsburgo esté frente al retrato de Benito Juárez. Fuente: Infobae.

Y bueno, ¿a quién le importa lo que pasó hace 200 años?
Podría parecer que hablar de historia es menos importante que otros temas gravísimos que aquejan al país, como la delincuencia, la crisis económica, la degradación social y el deterioro al medio ambiente, y que ponerse a pelear por Hidalgo e Iturbide, Juárez o don Porfirio no es tan diferente que discutir que si el América, el Cruz Azul, Messi o Ronaldo, pero la reescritura de la historia refleja y apoya las políticas de un Estado, ya que "quien controla el presente, escribe el pasado y señala al futuro". La visión de la historia de la 4T se inscribe en una ideología estatista, izquierdista, divisionista, que sostiene que "la lectura debe ser acto de emancipación y no placer capitalista". Incluso se llega a alterar el registro histórico, borrando el título de "Imperio Mexicano" con que se firmó la independencia, para reemplazarlo por una hipotética "República Mexicana".

Después de todo, quien miente sobre el pasado, miente sobre el presente y quizás también sobre el porvenir. Y es trascendente cuando es, en teoría, la historia heroica de este país la que inspira al gobierno actual.

sábado, 11 de septiembre de 2021

"¿Somos los malos?": Análisis del meme histórico

Los memes son uno de los productos más emblemáticos de la moderna cultura popular, resultando muy eficaces en transmitir un mensaje humorístico o agudo de manera gráfica a la vez que generando una reacción emocional de identificación entre los ¿lectores? ¿espectadores?, que identifican ciertas tendencias de representación y generan constantemente nuevas maneras de expresar sus ideas. La difusión de los memes se ha facilitado con las computadoras y teléfonos inteligentes, que los diseminan de manera instantánea a potencialmente millones de usuarios. Existen infinidad de géneros y formatos de memes, pero ya que la especialidad de la casa es la historia, hoy tomaremos el ejemplo de un meme que hace referencia a un evento histórico.

De acuerdo con las clases de "Historia y Género" que nunca tomé en la licenciatura, sí, somos los malos :(

El meme en cuestión se titula "Are we the baddies?" ("¿Somos los malos?" en español) y proviene de un programa humorístico inglés. En la escena, unos soldados de las SS (tropas de asalto alemanas en la Segunda Guerra Mundial) hablan de tácticas para la guerra, pero uno de ellos le pregunta al otro por el emblema que llevan en la gorra. La preocupación del soldado es si la calavera con huesos implica que son los malos, a lo cual su compañero no da mayor importancia. Se mezcla el tono de voz y expresiones faciales y corporales de los personajes con alusiones a eventos reales e incluso humor visual, de forma bastante cómica.

Sketch "¿Somos los malos?". Fuente: YouTube.

El simbolismo de la calavera y los huesos
Como el soldado preocupado hace notar, el símbolo de la calavera (llamado "Totenkopf" en alemán, literalmente "cabeza del muerto") remite entre otros casos a los piratas, a la muerte y a la decapitación. Este símbolo es tan antiguo que sus orígenes concretos no se conocen, pero existen ejemplos puntuales desde la Edad Media tardía, entre piratas (cuyo emblema se conoce en inglés como "jolly roger") y soldados de Europa y otras partes del mundo. La calavera, sin embargo, se podría considerar un símbolo universal de la especie humana, al hallarse en todas las regiones y épocas del registro histórico, en México, por ejemplo, existen representaciones de calaveras desde la era prehispánica hasta el siglo XX, con las famosas caricaturas políticas de José Guadalupe Posada.


Coatlicue, diosa prehispánica. Nótese la calavera en la cintura de la estatua. Fuente: Mediateca INAH.

En Alemania se empleó la calavera desde al menos el siglo XVIII (1700's), en el reino de Prusia. El ejército de Prusia fue uno de los primeros en ser organizado de forma profesional en la Europa moderna, y llegó a ser admirado y temido por su eficiencia y disciplina. Ya que Prusia lideró el proceso de unificación alemana ocurrido entre 1864 y 1871, el símbolo Totenkopf pasó al ejército del Imperio Alemán, donde se utilizó por varios regimientos en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La calavera con huesos hace referencia a la proximidad de la muerte con la que todos los soldados conviven, pero también a la voluntad de pelear hasta el final, es decir, hasta matar o morir.

Tras la derrota alemana, los grupos paramilitares denominados Freikorps (cuerpos libres o francos) utilizaron la calavera como seña de identificación en sus batallas contra las bandas armadas de comunistas que asolaron Alemania durante los años de la primera posguerra. Al pasar algunos ex-miembros de los Freikorps a integrar los grupos de choque del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP, por sus siglas en alemán pero mejor conocido como "nazi") se retomó la Totenkopf en algunos escuadrones, particularmente en las brutales SS (Schutzstaffel o "tropas de protección"), que precisamente adoptaron esa denominación (los escuadrones Totenkopf).


Freikorps en Munich, Baviera, hacia 1919. Nótese el emblema Totenkopf al frente del vehículo. Fuente: Reddit.

Las SS no sólo funcionaron como policía política del gobierno nacionalsocialista, sino también como tropas ajenas al control del ejército alemán (la "Wehrmacht") las cuales respondían en última instancia a su jefe, Heinrich Himmler, y éste a su vez al dictador y líder supremo Adolf Hitler. Durante todas las etapas de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en Europa, las SS impusieron un orden brutal en los países invadidos, y fueron responsables de muchos crímenes de guerra, como masacres, ejecuciones extrajudiciales y decisivamente de la reclusión, explotación y eliminación de poblaciones enteras a las que los historiadores se refieren como el Holocausto.

Tiene bastante sentido entonces que algún soldado de las SS con un poco de introspección se preguntara, ¿somos los malos?

El debate moral sobre los crímenes de guerra: ¿quiénes son los malos?
El debate sobre la culpabilidad de los soldados y civiles en las guerras totales del Siglo XX es interesantísimo a la vez que complicado. Para el caso del régimen nacionalsocialista, la escritora Hannah Arendt estudió el fenómeno totalitario en general y el caso de Adolf Eichmann en particular (en su libro "Eichmann en Jerusalén"). Según Arendt, Eichmann participó en el Holocausto bajo las órdenes de Reinhard Heydrich, donde se aseguró de que el traslado de presos, las ejecuciones y la remoción de los cuerpos de los campos de concentración fueran lo más eficientes posible. Eichmann había logrado escapar después de 1945 hacia Argentina, donde fue cazado y capturado por un escuadrón de agentes judíos que lo llevaron secuestrado a Jerusalén, para ser juzgado por el Estado de Israel. Eichmann, como muchos otros alemanes, adujo estar siguiendo órdenes y no albergar ningún resentimiento o desprecio a sus víctimas. Veía su trabajo como una función burocrática, más que como un acto de crueldad.

Adolf Eichmann en juicio en Israel, detrás de una pantalla de cristal antibalas. Fuente: National Geographic.

En la gran mayoría de regímenes totalitarios o dictatoriales se reduce al enemigo interno o externo a una categoría infrahumana. Se ha hablado en gran extensión sobre la ideología racista del régimen nacionalsocialista, que catalogaba como infrahumanos (Untermenschen) a grupos étnicos enteros, como eslavos, gitanos, africanos, personas con discapacidad y particularmente judíos, con lo que se desensibilizaba al resto de la población y se creaba un abismo entre seres valiosos y otros sin valor intrínseco alguno. La realidad es que muchos otros Estados e ideologías son responsables de eso, un ejemplo sería el Genocidio de Ruanda (1994), donde se denominaba "cucarachas" al grupo étnico rival, o la Unión Soviética bajo Stalin (1924-1953), que catalogaba como "enemigos de clase" a individuos preparados (incluyendo judíos) o campesinos prósperos, para justificar su desposesión, encarcelamiento, desplazamiento forzado y ejecución en masa de una forma no muy diferente al Holocausto (incluso con un costo humano muy superior a los crímenes del régimen nacionalsocialista). El ejemplo más pertinente para nuestros días sería el feminismo radical, que sostiene que el embrión o feto "no son individuos sujetos de derechos" y ni siquiera humanos, sino un simple "montón de células" (sic) que puede ser exterminado y disuelto sin responsabilidad moral ni legal.

Ya que esta reflexión sobre un meme (que debería ser divertido) ha tomado un curso bastante sombrío, termino aquí este artículo. ¿Qué opinas al respecto, somos los malos?

miércoles, 8 de septiembre de 2021

La historia y el Señor de los Anillos: la influencia del pasado en la obra de Tolkien.

Introducción

Como muchos estudiantes de la historia, me confieso también aficionado a algunas obras de fantasía y ciencia ficción como a videojuegos que toman inspiración de los vestigios del pasado humano. Es un lugar común que gran parte del género de fantasía anglosajón recurre a símbolos, temas, motivos e imaginería del pasado medieval y moderno temprano de Europa, pero existen ciertos matices y diferencias entre las diversas obras que obedecen generalmente al criterio del autor y su grado de conocimiento de tales elementos de la historia. En este caso daré una breve impresión sobre la influencia de la historia en las obras de J. R. R. Tolkien, principalmente su serie clásica El señor de los anillos. Esta reseña cubre sobre todo los países imaginados por Tolkien en los tres libros de su principal saga, pues su obra póstuma El Silmarillion es de mayor extensión y densidad y excede por ahora mi capacidad de análisis.

John Ronald Reuel Tolkien, filólogo y autor de literatura fantástica. Fuente de imagen: The Mirror.


Sobre Tolkien

No se puede comenzar a hablar de la inspiración de Tolkien en la historia sin apreciar su personalidad, trayectoria y obra. Tolkien fue primariamente un filólogo, es decir, un estudioso del lenguaje y los idiomas, que no sólo hablaba múltiples lenguas actuales y pretéritas sino que llegó a crear sus propios idiomas desde edad temprana. Algunos analistas señalan que Tolkien creó primero sus idiomas, y luego el vasto mundo imaginario que sustentaría la diversidad y estructura que todo lenguaje humano posee. De igual manera, J. R. R. Tolkien poseía grandes conocimientos de mitología, historia e incluso botánica, que se sumaron a sus mencionadas facultades lingüísticas y experiencias personales para construir una cosmogonía propia que continúa siendo apreciada y divulgada desde hace más de medio siglo.

Los países y pueblos de la Tierra Media

Por Tierra Media se refirió Tolkien a un continente situado en el centro de un mundo inicialmente plano, entre las tierras de Aman en el oeste, lugar de residencia de los Valar, seres inmortales y sabios hijos de la deidad creadora Eru Ilúvatar; y otras tierras apenas mencionadas por el autor, situadas al oriente y sur de dicho planeta. De la Tierra Media surgieron las distintas razas que habitan el mundo y los libros de Tolkien: elfos, enanos, hombres, hobbits, orcos, etc.

Mapa de la Tierra Media en la Tercera Edad. Fuente: DeviantArt.

Tolkien dividió la historia de su mundo imaginario ("Arda") en tres edades. En la primera ocurrió el despertar de las razas arriba mencionadas, y fueron dominadas por las luchas entre Melkor o Morgoth, el valar rebelde que buscó equipararse al Dios creador, contra los elfos, hombres, enanos y finalmente los demás valar. El resultado de dichas guerras fue la transformación del planeta plano en uno esférico, además de la separación de Aman del resto del mundo y la destrucción de grandes áreas de la Tierra Media. Al inicio de la segunda edad, el continente que la mayoría de sus lectores conocen ya se encontraba con su configuración aproximada. En dicha era, el lugarteniente de Morgot, Sauron, creó los anillos mencionados al inicio de la serie, distribuyéndolos entre los principales reyes de las tres razas: nueve para los hombres, siete para los enanos, que se sumaron a tres anillos que los elfos realizaron para defenderse de su poder. Por encima de estos anillos se debía colocar al único, portado por el mismo Sauron, lo que se explica en la célebre inscripción del "Anillo Único".

Inscripción del anillo único, en letras élficas, traducción del lenguaje creado por Sauron y en inglés. Fuente: LOTR Wikia.

La batalla con que se dio fin a la segunda edad, en que se enfrentaron elfos y hombres a los ejércitos de Sauron terminaron con éste derrotado (aunque no eliminado), Elendil (rey de los hombres) y Gil-Galad (capitán de los elfos) muertos. El hijo de Elendil, Isildur, recuperó el anillo de la mano de Sauron, pero contrario al consejo de Elrond no lo destruyó sino que buscó utilizarlo para afianzar su poder. Sin embargo, en una emboscada fue asesinado dicho rey, y el anillo se perdió durante siglos, hasta que fue descubierto de forma accidental por un hobbit, como se describe en el libro del mismo título ("El hobbit").

Una vez resuelto dicho preámbulo, discutiremos las influencias que a mi juicio podemos encontrar en algunos países de la Tierra Media.

1. La Comarca (the Shire)
La Comarca es la patria de los hobbits, que inmigraron a ella en tiempos inmemoriales. El paisaje de la Comarca se caracteriza como un entorno rural, de suaves colinas, arroyos y ríos y limitado por un bosque tenebroso (el "Bosque Viejo") y no demasiado lejos del mar, que no interesa realmente a la mayoría de los hobbits. Las comunidades de la Comarca podrían estar inspiradas en los pueblos y campos de Inglaterra pero en realidad la estructura de la sociedad hobbit no se diferencia de cualquier otra región campirana, casi idílica, de la historia de la humanidad. Los hobbits se dedican a labrar los campos, cuidar los animales y a oficios simples, y llevan cuidadoso registro de su genealogía (todos son parientes en algún grado, de forma endogámica) y son celosos de sus costumbres, al grado que Bilbo Bolsón, protagonista de El hobbit es visto con suspicacia por su afición a las aventuras y trucos, así como por su amistad con Gandalf el mago. Al retratar a la Comarca de tal manera, Tolkien pudo evocar con nostalgia a las campiñas de su infancia, que de cualquier manera ya a principios del siglo XX estaban transformándose o desapareciendo gradualmente de Europa.

La Comarca, visión artística. Fuente: Wallpaper Cave.

2. Rohan
El país de los jinetes, ubicado entre Isengard, las montañas blancas y el río Anduin, se inspira claramente en las culturas ecuestres (es decir, a caballo) de la Alta Edad Media. El idioma de los habitantes de Rohan no es otro que el inglés antiguo, el cual Tolkien dominaba y apreciaba profundamente. Los "rohirrim" (habitantes de Rohan) no eran originarios de dicho país, sino que emigraron a éste, desplazando a sus pobladores originales, como ocurrió en la edad media con los anglosajones y normandos en Inglaterra, los hunos y magiares (húngaros) en Europa Central, y los mongoles y turcos en Asia Central. La ayuda de los jinetes de Rohan posibilita al fin resistir a Sauron en la segunda y tercera entrega de la serie (Las dos torres y El retorno del rey). Los rohirrim sobrevivían de la agricultura y la ganadería, su forma de llevar la guerra era obviamente basada en la caballería.


Edoras, capital del reino de Rohan. Fuente: LOTR Wiki. Derechos reservados New Line Cinema.

3. Gondor
Gondor es el gran reino del sur, fundado por los descendientes de los númenoreanos (la versión tolkieniana de la Atlántida) y es por mucho el más majestuoso y poderoso de los reinos humanos, si bien al inicio de El Señor de los Anillos se denota su franca decadencia tras siglos de guerras y conflictos internos. La capital de Gondor, Minas Tirith es un lugar fantástico, descrita como una ciudad de piedra construida en el costado de una montaña, estructurada en círculos concéntricos cada vez más pequeños conforme se asciende, y en la cima un promontorio similar a la proa de un barco, donde se conserva el mítico árbol blanco que constituye la enseña del país y su monarca. Este país se ubica inmediatamente al oeste de Mordor, el reino de Sauron el Señor Oscuro, y por su esplendor arquitectónico, evocación de glorias pasadas imperiales y resistencia a enemigos más fuertes nos recuerda al Imperio Romano de Oriente, mejor conocido como "bizantino", que persistió por casi mil años tras la caída de Roma pero al final fue conquistado por los turcos otomanos en 1453.

Minas Tirith. Derechos reservados New Line Cinema.

4. Mordor, Isengard y los reinos del Este y del Sur
Los reinos de Mordor, Isengard y otros al este y sur de la Tierra Media constituyen el territorio de los oponentes a los héroes de Tolkien. El primero, guarida de Sauron, es descrito como un país oscuro, con atmósfera irrespirable, arroyos turbios y amargos y suelo pedregoso donde no crecen más que espinas y hierbas salvajes. Mordor está dominado por un volcán, la Montaña del Destino y la torre donde reside el espíritu de su comandante, se encuentra rodeado por montañas inaccesibles en sus costados, de forma que es una fortaleza casi perfecta. Se ha mencionado que Tolkien retrató de tal manera al país maligno paradigmático pues en su infancia habría residido en una ciudad industrial de Inglaterra, que a inicios del siglo XX eran entornos sumamente contaminados y depresivos. Isengard fue elegida como base de operaciones por Saruman, mago que se une al bando oscuro y que allí creó una raza de orcos más fuerte y cruel, además de derribar sus árboles y sustituir el paisaje con hornos y fundiciones (de nuevo el trauma por la industrialización).

Sobre los reinos orientales y australes, casi no se describe nada más allá de sus habitantes y en particular sus fuerzas armadas. Se retratan sin embargo como seres brutales, casi monstruosos, de pieles oscuras, lenguas rojas, y que montan elefantes gigantescos, o se dedican a la piratería. La inspiración de Tolkien pudo partir de distintos pueblos africanos o asiáticos, como los cartagineses (enemigos de los romanos), que asimismo utilizaron elefantes para la guerra o los piratas del norte de África (la Berbería) que asolaron el Mediterráneo por varios siglos. Desde luego, críticos "progresistas" han señalado como "racista" el uso de este tipo de imaginería que evoca pueblos primitivos o belicosos, sin prestar atención al bagaje cultural de Tolkien, típicamente europeo y católico.


Mordor. Derechos reservados New Line Cinema.

5. Los países élficos (Lórien, Rivendel y el Bosque Negro) y los reinos de los enanos.
Las patrias de los elfos son descritas como sitios casi atemporales, donde el mal parece no penetrar, acorde con los poderes casi místicos de dichos seres, en teoría inmortales. Los elfos no parecen dedicarse a tareas manuales o agricultura, sino que viven de los frutos de los bosques y crean artefactos muy finos y poderosos, como los anillos arriba mencionados. No existe una inspiración clara en la historia de Europa para tales pueblos, al menos que yo sepa, si acaso reminiscencias de los pueblos germánicos que habitaban los bosques de la Europa del Norte. En este sentido, los elfos son más una creación mitológica que histórica, con una herencia importante de imaginería cristiana pero también pagana de los pueblos nórdicos, depurada y reinterpretada por el genio de Tolkien.

Los enanos, que habitan sobre todo en las montañas y las minas, es decir bajo tierra, tampoco parecen tener a mi juicio un antecedente histórico, y se inspiran mucho más en las mitologías nórdicas y célticas que Tolkien admiraba profundamente y en la literatura medieval y la cultura popular de la Europa occidental. Los enanos son descritos como una raza de seres resistentes, compactos pero fuertes, testarudos y casi tercos, hábiles con las manos, la forja y la herrería y extremadamente apegados a los tesoros materiales, en particular los derivados de los metales. Los signos que constituyen la escritura de los enanos son directamente inspirados de las runas que los pueblos de Europa Occidental usaron hasta la implantación del cristianismo, en la Alta Edad Media. Los elfos y los enanos suelen sospechar los unos de los otros, lo que se deriva no sólo de sus caracteres casi opuestos sino de guerras y crímenes que se remontan a la primera edad de la Tierra Media (véase El Silmarillion).


ARRIBA: Gimli, representante de los enanos en la Comunidad del Anillo. ABAJO: El puente de Khazad-Dum en las minas de Moria. Derechos reservados New Line Cinema.

Conclusión
La obra de Tolkien es vastísima en referencias míticas e históricas, lo que refleja el conocimiento del autor sobre distintas culturas y filosofías. Aunado a su gran imaginación y talento descriptivo y narrativo, la lectura de sus obras ofrece posibilidades de deleite estético pero también de discusión de interrelaciones entre la historia y la literatura.