sábado, 20 de agosto de 2022

5 traumas históricos de los mexicanos, y su efecto hasta ahora

Como he mencionado en anteriores entradas, el gobierno actual ha recurrido insistentemente en el carácter histórico de su ejercicio del poder, desde la denominación "Cuarta Transformación" (4T) que adoptaron desde su campaña electoral. También he criticado su visión de la historia de México, que no sólo buscan impulsar en los libros de texto de la educación básica sino incluso forma su "identidad corporativa" en la propaganda e imágenes en edificios y materiales publicitarios.

Sin embargo, los mitos y leyendas que López Obrador profiere espontáneamente en sus conferencias matutinas no fueron creación de Morena, sino que se remontan hasta la misma independencia del país. No se puede negar su efectividad al infundir la mentalidad colectiva y la memoria histórica del pueblo mexicano, cuando a través de las generaciones siguen siendo conocidos por el público y utilizados por los políticos para justificar sus actos y declaraciones. Así como sucesos desafortunados o ideas preconcebidas perduran en la mente de un individuo como traumas, los eventos de nuestra historia continúan por décadas como traumas históricos.

Por consiguiente, enumeraré cinco traumas históricos de los mexicanos, evaluando críticamente si guardan alguna relación con los hechos históricos comprobados y su efecto en la mentalidad y la cultura política de México.

"Fuimos conquistados": la glorificación de la derrota

La historia de México, sobre todo hasta el primer siglo de vida independiente, contó con episodios recurrentes de guerras desventajosas contra países más poderosos, particularmente los Estados Unidos y Francia. El himno nacional mexicano incluso evoca en su letra imágenes de invasores extranjeros y lucha heroica hasta la muerte, que han perdurado en la memoria histórica a pesar de que México no ha sido invadido por ninguna potencia extranjera desde 1914. La histórica postura diplomática de los gobiernos mexicanos que exige no intervención en los asuntos internos puede resultar de la experiencia de ser un país débil y sometido a la intromisión de naciones más poderosas.

El complejo del derrotado se remonta, sin embargo, tres siglos antes de esas humillantes derrotas, hasta la conquista de México Tenochtitlan por los españoles y sus aliados. Esa guerra que representó el antecedente inmediato del virreinato de la Nueva España, persiste en la mente del mexicano promedio como la derrota por antonomasia, pues se piensa que los españoles "nos" conquistaron y "nos" robaron "el oro". Sin detenerse a pensar que la mayoría de los mexicanos somos genética y culturalmente mestizos, o que la mayor parte de los indígenas en la época prehispánica eran enemigos de los mexicas o simplemente no se identificaban con ellos, se lamenta la pérdida de un imperio belicista que se asume como antecesor único de la nacionalidad mexicana.

Entre los sectores intelectuales de la izquierda también es recurrente el fetiche por la derrota, dada su constante marginalidad en la historia mexicana. Además de reivindicar a figuras y movimientos pasados como si pertenecieran a su inclinación ideológica, la izquierda mexicana tiene un "panteón" de personajes históricos individuales o colectivos que identifican con sus posturas políticas y sociales, desde los movimientos obreros en el Porfiriato, el jefe revolucionario Emiliano Zapata, el presidente Lázaro Cárdenas o los estudiantes del movimiento de 1968. Como las acciones y logros de estos personajes o grupos fracasaron o fueron desvirtuados por sus sucesores, son constantemente lamentados por los intelectuales o políticos de izquierda como un paraíso perdido de igualdad y justicia.


Cita del famoso escritor de izquierda Eduardo Galeano, reproduce el victimismo y estereotipo del indígena indefenso y sumiso. Fuente: http://archivo.elcomercio.pe/luces/libros/eduardo-galeano-murio-10-frases-que-lo-hacen-inmortal-noticia-1803783/8

Este trauma histórico tiene el efecto negativo de fomentar el victimismo, la xenofobia y la patriotería, además de deformar una realidad histórica más compleja y menos melodramática de la presentada por la propaganda oficial (priísta en décadas pasadas, morenista hoy día). No se puede negar que históricamente los países fuertes han sacado ventaja de los más débiles, o que las potencias económicas y militares sigan influyendo en la política interna de otras sociedades, pero asumir que los mexicanos son un pueblo derrotado (o descendientes de una "raza vencida") o que somos simples objetos históricos en lugar de sujetos colectivos, con agencia y capacidad de repercutir en su destino, es política y moralmente nocivo.

"Nosotros los pobres, ustedes los ricos": la división maniquea entre buenos y malos

De manera afin al punto anterior y también en la línea de la simplificación del relato histórico, está la división tajante entre individuos de carácter e influencia positiva en la historia y personajes nefastos en todo aspecto. Este trauma histórico no es particular a alguna posición ideológica, sino que conservadores, liberales o izquierdistas pueden caer en él, aunque sus percepciones de los personajes históricos sería completamente opuesta. Así, por ejemplo, Porfirio Díaz sería un paladín del progreso material que dio estabilidad al país, según un sector, o un tirano que vendió el país a los extranjeros y oprimió a los trabajadores y campesinos, según otro grupo.

Aunque existieron algunos individuos de notoria crueldad o corrupción en nuestra historia, o que traicionaron a sus allegados, se pierden de vista las motivaciones para cometer tales actos, acorde con la mentalidad de la persona en cuestión o la moralidad vigente en su época. Esto no implica relativismo moral, pero sí contextualiza hasta cierto grado acciones que ocurrieron en tiempos lejanos donde las relaciones sociales eran distintas. Si aplicáramos esta herramienta analítica a Hernán Cortés, villano por excelencia de la historia de bronce, podríamos tomar en consideración el celo religioso y la cultura belicosa de la España medieval como variables explicativas (no justificativas) de la Conquista de los mexicas, además de la codicia o la sed de poder de los conquistadores. Sería un grave error y un doble estándar juzgar a personajes de una misma época bajo distintos raseros morales, por ejemplo, si reclamáramos a los españoles la violación de los derechos humanos de los indígenas (un concepto anacrónico en el siglo XVI), mientras excusáramos las guerras floridas de los mexicas por tratarse de un acto obligatorio en su "cosmovisión".


Hernán Cortés, representado por el muralista José Clemente Orozco. Fuente: Conservapedia

Ejemplos característicos de este trauma histórico son dos presidentes liberales oriundos del estado de Oaxaca, el ya mencionado Porfirio Díaz y su antecesor, Benito Juárez. Sobre Díaz se sostiene que fue un gran administrador, promotor de inversiones y desarrollo material bajo el capitalismo inusitados en nuestro país hasta entonces, así como primer (y quizás único) mandatario capaz de sostener el poder y reducir al mínimo los conflictos civiles y levantamientos de militares por el poder supremo. Por otro lado, se le reprocha su autoritarismo, su elitismo y afición por todo lo extranjero, por la primacía de los capitalistas extranjeros durante su período en el poder.

Sobre el llamado "Benemérito de las Américas", se resaltan como aspectos positivos su defensa de la soberanía nacional frente a las intervenciones extranjeras, su insistencia en la importancia del estado de derecho y su postura reformista del Estado y la sociedad; pero también sus detractores señalan el dudoso Tratado McLane-Ocampo, con los Estados Unidos, por el que le señalan de "vendepatrias", su aferramiento al poder (sólo interrumpido por su muerte) y la oposición de los liberales a la Iglesia Católica, única religión en su época y mayoritaria aún ahora. La realidad es que los datos que sostienen estas posturas extremas pueden ser tomados en cuenta para elaborar un juicio más balanceado y menos visceral sobre estos actores históricos. Negar sus actos meritorios o sus errores es ocultar parte de la historia, lo cual es deshonesto al insistir en prolongar una historia de héroes inmaculados y villanos perversos.

"La sombra del caudillo": la creencia en los individuos predestinados

Una objeción que se suele hacer a la historia, impartida como materia escolar hasta algunas décadas atrás, y al discurso académico hasta el siglo XIX, fue su fijación con el papel de los individuos, particularmente los jefes de Estado, los comandantes militares o las personalidades intelectuales. En cuanto a la historia de México, se enfatizaba a los "héroes que nos dieron patria", como Miguel Hidalgo, José María Morelos, Josefa Ortiz de Domínguez, y otros próceres cuyos nombres aclamaban los gobernantes en la ceremonia del "Grito" en el día de la Independencia, además de nombrar a las calles de casi cada ciudad y pueblo en México. Otros individuos notables de épocas posteriores también recibían el honor de que sus biografías fueran asignadas como tarea a los estudiantes, o sus rostros adornaran los billetes, como Benito Juárez, Francisco I. Madero, Lázaro Cárdenas. En el momento en que escribo esto, la imagen institucional del Gobierno Federal consiste en retratos estilizados de algunos de estos individuos, señalando claramente que la administración en turno se inspira en el legado histórico de estos personajes.


Imagen corporativa del gobierno federal de México, centrada en los individuos históricos. Fuente: Noticiero Universal

Aunque es innegable la repercusión histórica de las acciones de gobernantes, ideólogos o caudillos militares, es erróneo centrarse en sus contribuciones y biografías y celebrarlos como autores del cambio histórico, mientras se ignora el entorno cultural y social en que se desarrollaron, o el papel de las "masas anónimas" o de colectivos e instituciones cuya actuación pudo no ser tan espectacular o puntual en el tiempo. Un ejemplo sería la Revolución Mexicana, proceso histórico que la mayoría de los mexicanos conoce al menos discursivamente, y del cual fueron resaltados los individuos carismáticos o líderes como Francisco I. Madero, Venustiano Carranza, Francisco Villa o Emiliano Zapata, o los eventos dramáticos o decisivos como la Decena Trágica o la promulgación de la Constitución de 1917. Mucho menos conocidos, por desgracia, son los personajes menos célebres, los combatientes anónimos, los partidarios de uno y otro bando que al seguir y apoyar a los dirigentes, les confirieron en buena medida su fuerza y legitimidad política. Es necesario entonces, disminuir el peso de los personajes iluminados en la explicación histórica, y comprender la influencia de la sociedad y sus componentes diversos en los procesos y eventos pasados y presentes.

"El ombligo de la luna": ignorar nuestro lugar en el mundo

Según algunos especialistas, el nombre de México significa "en el ombligo de la luna" en náhuatl, aunque no existe un consenso al respecto, pues otros analistas apoyan distintas etimologías. Pero el nombre parece una metáfora adecuada para un complejo histórico de los mexicanos: ignorar al resto del mundo y la importancia del entorno internacional en procesos y eventos locales. Aunque se mencionan circunstancias externas cuando tienen alguna relación con México, no se profundiza en sus causas ni se establecen relaciones de causa-efecto entre los desarrollos foráneos e internos.

La Conquista y colonización por los españoles pareciera tan sorpresivo para nosotros como lo fue para los mexicas: un grupo de hombres armados llegando del otro lado del océano. Se deja de lado o se minimiza el pasado hispánico: la Reconquista y la guerra contra los musulmanes, los comienzos de las exploraciones oceánicas en busca de los mercados asiáticos, la unificación de los reinos cristianos de Castilla y Aragón, los problemas de la sociedad hispánica y el conflicto entre sus resabios medievales y los incipientes hábitos capitalistas. El relativo aislamiento de las civilizaciones mesoamericanas terminó abruptamente a partir de la colonización hispánica, aunque mentalmente seguimos viviendo de espaldas a un "sistema mundo", como diría Immanuel Wallerstein, que se vuelve cada vez más complejo e interconectado.


Peso de ocho reales de la monarquía española, la primera moneda global de la historia y en gran parte acuñada en México. Fuente: Wikimedia Commons

Del período virreinal, ya de por sí poco favorecido por la historia oficial, no se considera el lugar privilegiado de la Nueva España en los circuitos comerciales, ni su relevancia estratégica y económica para la permanencia del Imperio español. Se menciona, como de pasada, la influencia de los ideales ilustrados en las minorías novohispanas o la repercusión de la invasión Napoleónica a España, y en el crucial siglo XIX se abordan las intervenciones extranjeras como simple rapacidad de los países extranjeros y debilidad del Estado mexicano, sin discutir el renovado imperialismo que los países europeos emprendieron en esa época, la cual afectó a otras regiones del mundo, como Asia y África, además de a México. Por último, se hace referencia como una anécdota, al escuadrón aéreo 201, combatiente en la Segunda Guerra Mundial, pero no se habla de la posición diplomática de México frente al conflicto mundial, ni de su influencia en el acercamiento posterior de México hacia la esfera de los Estados Unidos.

Pensar en México como un sistema cerrado que recibió pasivamente la influencia de sus vecinos o que sólo fue víctima de agresiones por potencias "explotadoras" no sólo niega la integración de los mexicanos pasados y presentes con el mundo que los rodeaba, sino que además fomenta un nacionalismo patriotero y xenófobo disfrazado de autosuficiencia y soberanía.

"Quemarlo todo": el culto al motín y la matanza

Entre las simpatizantes del feminismo radical circuló un meme en el que se mostraba la toma de la Alhóndiga de Granaditas por los insurgentes, con un globo de diálogo que exclamaba "¡No, las ventanas!", haciendo referencia a las denuncias de vandalismo en sus protestas consuetudinarias. La reinterpretación de dicho episodio histórico importa porque procede de juicios históricos erróneos. Primero, que la toma violenta y saqueo de dicho almacén de granos en Guanajuato fue un acto fundamental para lograr la Independencia de México, cuando en realidad fue contraproducente para los insurgentes, por despertar una mayor oposición y reacción más activa del gobierno virreinal de ese entonces. Además, justifica actos violentos donde hay pérdidas materiales o humanas cuando sirvan para una "causa superior", en resumen, otra manipulación de la historia por motivos ideológicos.


Meme feminista equiparando al movimiento insurgente con la "lucha" de las feministas radicales, nótese la sutil misandria.

Suponer que los motines, saqueos y disturbios equivalen automáticamente a una revolución es confundir conceptos, una revolución se define como un drástico cambio político o social, que puede o no estar acompañado de violencia. Nadie negaría la importancia de procesos como las revoluciones francesa, rusa o mexicana en la trayectoria histórica de esas sociedades e incluso para la civilización occidental, pero tampoco se debe ignorar su atroz costo en vidas, o sus consecuencias desafortunadas para la población que los sufrió. Cuando alguien expresa un deseo de que se realice una revolución para alterar el estado de la sociedad, que perciben como injusto o desigual, no sólo debería pensar en una guerra civil o conflicto armado, sino también en un cambio institucional y social, para que al orden social injusto lo reemplace otro mejor, y no la anarquía.

En resumen, los traumas históricos se explican como construcciones mentales que pretenden explicar eventos que marcaron la trayectoria de las sociedades pasadas, y darles sentido en la memoria colectiva. Estos lugares comunes suelen distorsionar o simplificar los eventos o atribuir a ciertos personajes culpas o méritos no justificable. Además, son utilizados por grupos políticos para respaldar sus actos o propuestas de cambio social. Antes que simplemente señalarlos, es necesario estudiar los traumas históricos y reemplazarlos por explicaciones más apegadas a la realidad y sin tanta carga ideológica.

lunes, 7 de marzo de 2022

¿Cuáles fueron las "Cuatro Transformaciones" de la historia de México? El uso político de una interpretación de la historia.

 Cualquier mexicano hoy día conoce que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, presidente de México electo en 2018, adoptó el título de Cuarta Transformación, abreviado 4T. Sin importar si son partidarios, opositores o indiferentes hacia la administración de AMLO, es muy posible que relaciones dicho nombre con la administración federal actual y sus allegados. Pero posiblemente no tengan muy en claro cuáles habrán sido las tres "transformaciones" anteriores si no están familiarizados con la visión histórica del actual gobierno. Este artículo abordará los eventos históricos conceptualizados como "transformaciones de la historia de México", discutirá los posibles orígenes de esa interpretación y finalmente, dará una opinión sobre esa teoría.


Las tres transformaciones

La primera transformación a que hace referencia el modelo AMLOísta es, evidentemente la Independencia de México, comenzada en 1810 y consumada, en su aspecto político, en 1821. Conocida la adversión de López Obrador por la monarquía hispánica, manifiesta en sus recurrentes reclamos por eventos que se remontan a cinco siglos atrás, sería obvio partir allí. Según las interpretaciones de la historia de bronce que se enseñó por décadas en nuestro país, la historia de México inicia con el Grito de Dolores y la rebelión de Miguel Hidalgo por el Bajío y Occidente del país, antes de eso los españoles "nos oprimían" y negaban no sólo el desarrollo económico (pues "nos saqueaban") sino hasta la identidad nacional.

La Independencia, por supuesto, no resolvió todos los problemas del país, e incluso creó otros nuevos. Según las interpretaciones de izquierda, el México del temprano siglo XIX era un país semifeudal, donde la Iglesia controlaba gran parte de la riqueza, que mantenía ociosa e improductiva, mientras el Ejército dominaba la política interna pese a su crónica incapacidad bélica. Sería necesario, según este modelo de la historia, una nueva transformación, la segunda, que fue la Reforma Liberal. A riesgo de simplificar un proceso largo y complicado de nuestra historia, lo que se proponían los liberales mexicanos era sustituir las relaciones de propiedad heredadas del período virreinal por otras acorde con la ideología económica del liberalismo clásico, para lograr el desarrollo capitalista de México de forma similar a como lo estaban logrando países como Gran Bretaña, Bélgica, Francia y los Estados Unidos. 

Es bien conocida la admiración que López Obrador ha sentido siempre por Benito Juárez, la cual se manifiesta en la cantidad de imágenes alusivas a dicho personaje y su uso en los programas asistenciales de su gobierno. La Reforma liberal no fue un proceso simple, sino que estuvo acompañado necesariamente de guerras civiles entre sus proponentes, los liberales y los opositores, los conservadores, que AMLO resucita constantemente en sus discursos como responsables del atraso y violencia en el país, así como oponentes al "proyecto de transformación" que (según él) realiza su gobierno.

A la muerte de Benito Juárez sobrevino la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada, contra quien se levantó en armas el general Porfirio Díaz. El período de más de treinta años que sobrevino es conocido en la historiografía mexicana como Porfiriato, epíteto creado por Daniel Cosío Villegas. Dicha época polariza las opiniones pues, para unos, se realizó el mayor desarrollo económico y de infraestructura que haya visto el país hasta entonces, mientras que para otros fue una dictadura explotadora y opresiva. Como es de suponerse, el presidente actual coincide con la segunda opinión, e incluso existe un libro de su autoría donde equipara al general Díaz con el expresidente Salinas de Gortari (1988-1994), lo cual conociendo las filias y fobias de López Obrador es todo menos un elogio.



Para resolver la desigual repartición de la riqueza y la tierra, así como para remover el viejo orden político, se levantó la Revolución Mexicana, que en este modelo sería la Tercera Transformación de la historia de México. La Revolución Mexicana, un fenómeno igualmente denso y diverso que difícilmente se puede resumir de manera sencilla, es vista por López Obrador como quiebre con la desigualdad del Porfiriato y su falta de claridad democrática. Además, fenómenos como la organización de sindicatos en las principales industrias y ramos productivos, así como el reparto agrario, serían según muchos ideólogos de izquierda, el principal legado revolucionario.

Ahora, tras este sumario de las transformaciones históricas de México, López Obrador añade discursivamente al gobierno que él preside. No es nuestro intento hacer un juicio histórico de la exactitud del título, sino sólo discutir la autoaplicación de ese concepto a priori desde el inicio de su gestión. No existe hasta nuestros días un consenso sobre las causas ni las repercusiones de las "tres transformaciones" anteriores de la historia de México, pese al gran número de documentos primarios que persisten y las interpretaciones de numerosos historiadores, y no creemos que exista uno tampoco para la "4T".



El posible origen del modelo histórico de las transformaciones

En su artículo "Posibilidades y limitaciones del mexicano", el escritor y activista de izquierda José Revueltas reflexionaba sobre la condición de ser mexicano, un tema muy socorrido a mediados del siglo XX. En una parte de dicho texto, Revueltas discutía los distintos períodos de la historia de México, desde la Conquista hasta la Posrevolución, incorporando términos y conceptualizaciones marxistas al análisis de las estructuras de producción y su relación con la identidad nacional.

José Revueltas (1914-1976), escritor y activista mexicano


Según Revueltas, el México virreinal era un país de estructura feudal, dividida en castas y etnias sin una identidad coherente. La revolución de Independencia tuvo entonces dos caracteres: "como revolución agraria y como revolución nacional". Sin embargo, no se pudo reemplazar las viejas estructuras de propiedad de la tierra, por lo que sobrevino la Reforma liberal, que en sus palabras significó "la derrota histórica de los terratenientes feudales (incluso la Iglesia)", aunque tuvo el defecto de no integrar de manera "cabal y plena la identidad mexicana". Incluso, tras las innovaciones introducidas por los liberales sobrevino el período porfirista y la entrada de México al capitalismo internacional.

La Revolución Mexicana, por fin "transforma a fondo las relaciones feudales de propiedad de la tierra y con esto crea las condiciones económicas para la integración de la nacionalidad mexicana", según Revueltas. Esto no es, de ninguna manera el final de la historia, sino que persisten, como es de esperarse en un análisis marxista clásico, contradicciones inherentes al proceso de transformación de las relaciones de producción, las cuales dejan su huella en la identidad nacional del mexicano.


Implicaciones de la interpretación histórica de las transformaciones

Ya sea que López Obrador se inspiró directamente en las ideas de Revueltas o que hayan abrevado de similares fuentes, la similitud es innegable. No se puede saber si Revueltas coincidiría con el término de Cuarta Transformación al proyecto político de AMLO, aun a pesar de que ambos personajes encuentran simpatía entre el amplio espectro conocido como "la izquierda mexicana". Ambos personajes conocieron las conceptualizaciones y teorías derivadas del materialismo dialéctico, sin importar si Revueltas aprobaría a AMLO de estar vivo hoy día.

El primer problema con esta interpretación histórica es la percepción del avance histórico por "estadios" o etapas. Según la teoría de las transformaciones, entre los períodos de cambio dramático subsisten épocas de regresión o permanencia de relaciones sociales. Es como si las "transformaciones" fueran períodos luminosos en un trasfondo negro de desigualdad e injusticia. Además, es problemática la concepción de que las revoluciones y los cambios violentos son el motor de la historia, porque es una visión simplista que deja fuera períodos menos llamativos (como sería el período virreinal, ignorado en gran medida en la visión de la 4T) pero en los que, definitivamente, se sucedieron cambios y permanencias, quizás de forma menos evidente que en las "transformaciones", pero igualmente contribuyentes al resultado final.

El segundo problema, y esto no debería sorprender a nadie, hace una gran división entre buenos y malos. Los renovadores como Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas son siempre seres conocedores de las renovaciones que requiere la sociedad, mientras sus enemigos son los reaccionarios y acaparadores dueños de vidas y riquezas. Incluso, transfiere culpas pretéritas a actores presentes, un ejemplo es su constante reclamo a la monarquía española actual por los actos de los conquistadores españoles del siglo XVI, o su altiva reacción a la negativa del estado austríaco de devolver el famoso penacho de Moctezuma. También, la derecha de hoy en día son herederos directos de los conservadores del período independiente temprano y de los realistas de la Guerra de Independencia, pese a que no existe una línea ideológica directa entre unos y otros.

Imagen institucional del actual gobierno de México, donde destacan los protagonistas de las "Tres Transformaciones" anteriores a AMLO

Por último, se hace un panteón de unos pocos individuos que guiaron los cambios históricos y unas masas inexistentes que siguen las instrucciones de los caudillos. La historia de la 4T está llena de advocaciones a los "hombres y mujeres que nos dieron patria" sin parar mientes en que muchas otras figuras secundarias y aún los individuos desconocidos fueron actores históricos, y el desarrollo de los hechos resulta de la suma de muchas interacciones, no sólo de la voluntad de un puñado de héroes. Es más problemático aún que dicha visión de la historia se impulse desde las aulas, presentándose a los estudiantes como la única versión correcta del pasado de nuestro país.

viernes, 21 de enero de 2022

Historia del transporte público en Guadalajara. Episodio I: Los omnibus y los tranvías de tracción animal

El transporte es una actividad inherente al ser humano, tan antigua como la misma especie, pues los antiguos homínidos tenían que trasladarse acorde con la disponibilidad de recursos básicos como alimentos, agua o refugio. Conforme la civilización se desarrolló, la desigual provisión de recursos volvió necesario y asequible el transporte de bienes y personas de un lugar a otro, incluso a través de continentes enteros (como la Ruta de la Seda en Asia Central) o a través de los océanos, como la Nao de China en la monarquía hispánica.

Sin embargo, las posibilidades del transporte dependían directamente de las posibilidades técnicas, económicas y sociales de las sociedades en la historia. Los pueblos mesoamericanos carecían de animales de carga, por lo que todos los desplazamientos debían realizarse exclusivamente con la fuerza humana. Aún así, existieron amplios circuitos comerciales y redes de caminos, pues la necesidad y el beneficio superaban al costo del traslado de bienes y personas. Incluso tras el arribo de los conquistadores y la implantación de sus tecnologías como la rueda, el transporte era lento e ineficaz según estándares modernos. Cruzar los vastos territorios de la Nueva España y el México independiente era una tarea costosa, insegura y lenta.

Sin embargo, incluso antes de la introducción del ferrocarril, otras mejoras introducidas contribuyeron a hacer más eficientes los medios de transporte: los barcos de vapor facilitaban el comercio entre los puertos mexicanos y las naciones extranjeras, las diligencias redujeron el tiempo de recorrido entre las ciudades, y a lo largo del siglo XIX, dos nuevos medios de transporte fueron la base del transporte en las ciudades.

La Guadalajara del siglo XIX y sus necesidades de movilidad

La ciudad del siglo XIX era muy diferente a la gran urbe que conocemos, primeramente por su extensión territorial, pero también por su densidad. Hacia 1850, la ciudad llegaba hasta los siguientes puntos:

En el norte, hasta el Hospital Civil Fray Antonio Alcalde (o "Viejo") y las cuadras aledañas al Santuario de la Virgen de Guadalupe.
En el poniente, hasta la actual Avenida México en su cruce con Chapultepec, donde se localizaba la Garita del Carmen, punto de revisión a la entrada de la ciudad.
En el sur, hacia la actual Avenida Niños Héroes, cerca de la Garita de Mexicaltzingo.
En el oriente, hacia la Garita de San Andrés, ubicada cerca de las actuales calles Belisario Domínguez y Álvaro Obregón.

Plano de la Ciudad de Guadalajara, c. 1830. Fuente: Mapoteca Digital Orozco y Berra.

Naturalmente, las distancias a recorrer en aquellos años eran mucho menores, llegar de un extremo de la ciudad al centro caminando era asequible, si bien bastante menos cómodo que hoy en día, ya que las calles eran simples caminos de tierra, o en el mejor de los casos, empedradas. Además, la forma de vivir era distinta, pues la mayoría de necesidades inmediatas se podían satisfacer al interior del "barrio" donde se residía. En los alrededores de la ciudad se ubicaban huertas, sembradíos y algunas industrias básicas como molinos, curtidurías, fábricas de textiles, etc.

A pesar de ello, existían medios de transporte para quien no deseara caminar hasta su destino. Además de los carruajes, que los más ricos podían permitirse poseer y usar cotidianamente, otros medios de transporte estaban al alcance de la población general.

Los ómnibus

Los ómnibus originales eran una especie de carruaje o diligencia de mayor tamaño, donde podían caber hasta 10 personas o más, arrastrado por varios animales. Su nombre no tiene un origen claro, pero deriva de la palabra "omnibus", que en latín significa "para todos", posiblemente en referencia a su carácter público. Los ómnibus constituyeron el primer transporte público en Guadalajara, y fueron introducidos a mediados del siglo XIX a la ciudad. Estos vehículos operaban de forma similar a los actuales sitios de taxis, ya que se agrupaban cerca de las plazas, los mercados o sitios de entrada a la ciudad. Ya en ese entonces, los ayuntamientos buscaron regular sus tarifas, la calidad del servicio y hasta los horarios en que funcionaban.

Los ómnibus, aunque fueran más prácticos para el usuario y rentables para sus dueños, estaban sujetos a las condiciones de las calles por las cuales se desplazaban, que como se ha dicho arriba, eran en su mayoría caminos de tierra o empedrados, por lo que el recorrido podía ser incómodo debido a los saltos y baches en que, cotidianamente, caían los carros. Sin embargo, hacia la década de 1870, se pensó en introducir una mejora significativa al transporte público de Guadalajara, la cual ya llevaba casi dos décadas funcionando en ciudades del viejo continente.

Ómnibus jalado por caballos. Fuente: WestJerseyHistory

El tranvía de tracción animal
La historia de los tranvías se confunde en sus orígenes con la de los ferrocarriles, y es que en esencia, dado que ambos usan rieles de metal para desplazarse, son ferrocarriles. Está documentado que el uso de rieles de madera para facilitar el movimiento de vehículos se remonta a varios siglos atrás, en carretas que servían para trasladar material en las minas de Europa. La utilización de animales que jalaran vehículos sobre rieles era muy común, y en algunos casos la tracción animal sustituía a las locomotoras de vapor, que eran bastante costosas hasta mediados del siglo XIX.

El primer tranvía de tracción animal circuló en Nueva York hacia 1932, y en Europa hacia 1860, y representó una mejora sustancial sobre los ómnibus, principalmente por el uso de los rieles. La superficie metálica lisa y continua del riel ofrece menor fricción, por lo que se requiere un menor esfuerzo para jalar un vagón. Derivado de esto, el viaje es más cómodo para los pasajeros, pues se eliminan los brincos por las irregularidades en el camino. La inversión inicial para tender los rieles y comprar los vagones era cubierta gradualmente por costos de operación y reparaciones menores.

En Guadalajara, hubo un primer intento durante la intervención francesa (1862-1867) para establecer una compañía de tranvías, o "ferrocarriles urbanos", como se conocían en ese momento, pero fue hasta 1874 que se estableció la primera empresa, la Compañía Anónima del Ferrocarril de Guadalajara a San Pedro. Esta empresa se formó con apoyo del gobierno del Estado e inversiones privadas de capitalistas locales (empresa mixta), y tras varios años logró terminar la vía entre la Penitenciaría de Escobedo (actual Parque Revolución) y la, entonces vecina, villa de San Pedro Tlaquepaque. Una empresa competidora estableció otro "ferrocarril" entre Mexicaltzingo y el Santuario de Guadalupe.

"Mulas que hacen tracción a un tranvía, vista del paisaje y de las vías férreas". Esta es la vista que el conductor de un tranvía "de mulitas" debió haber tenido. Nótese que la vía cruza campo abierto, se distinguen a la distancia las torres de la catedral de Guadalajara, por lo que la línea de la imagen debió ser una ruta "suburbana" a alguna población cercana a la ciudad.

A pesar de la dificultad inicial para conseguir los capitales y tender los rieles, los tranvías fueron un éxito en la sociedad tapatía de finales del siglo XIX, pues eran más cómodos y rápidos que los viejos ómnibus y carruajes. En las dos décadas siguientes, se tendieron más líneas que cruzaban de norte a sur y oriente a poniente la ciudad, e incluso conectaban las nuevas "colonias" que se construyeron en la época hacia los extremos de la ciudad, como la Francesa (entre las actuales calles Morelos y Justo Sierra, a la altura de Avenida Chapultepec). No sólo la extensión de nuevos tranvías cubría zonas recientemente urbanizadas, sino que incluso "desarrolladores inmobiliarios" de la época buscaban asegurar el permiso para el tranvía hacia los terrenos que querían adquirir, para que aumentaran de valor y pudieran venderse mejor. Existen pruebas de que accionistas de las empresas de tranvías en Guadalajara y en todo el mundo, también se interesaron por el desarrollo urbano, y los dos negocios iban de la mano.

Las desventajas de la tracción animal
Ómnibus y tranvías representaron un avance en la transportación urbana, y se convirtieron en auténtica necesidad para las sociedades que los construyeron. Sin embargo, no estaban exentos de dificultades e inconvenientes, que motivaron a buscar mejores formas de transportación, principalmente por el uso de los animales, fueran caballos o mulas, para jalar los vehículos. Los animales no podían trabajar por un día completo, por lo que las empresas necesitaban tener un gran número de animales "frescos" para reemplazar a los cansados. A su vez, alguien debía cuidar de los animales, por lo que se requerían mozos, caballerizos y veterinarios, además de los cocheros que operaban los tranvías, con lo que aumentaban los costos salariales de la empresa. Como era de esperarse, tener tantos animales juntos demandaba cantidades considerables de alimento para las bestias, que a su vez generaban excrementos en cantidades inmensas, los cuales debían ser recogidos de las calles y desechados adecuadamente. Las quejas por el mal olor y la insalubridad de los desechos de los animales se entienden mejor por la preocupación higienista de la época. En fin, los tranvías de mulitas no podían crecer demasiado pues los costos y las molestias se multiplicaban. Habría que encontrar un reemplazo.

La mayoría de ferrocarriles interurbanos de la época operaban a base de locomotoras de vapor, e incluso en Guadalajara se sabe de dos tranvías que utilizaron dicha forma de energía, el tranvía a los Colomos (donde había pozos acuíferos) y aquél a la planta eléctrica del Salto. Pero ya hacia 1890, la energía eléctrica comenzaba a extenderse por el mundo, simbolizada en la brillante y limpia luz que ofrecía, pero también en sus aplicaciones a las máquinas. Pronto, Guadalajara se uniría a la liga de ciudades con tranvías eléctricos.

"Tranvías de tracción animal frente a Catedral y Plaza de Armas". Hacia 1890. Fuente: Mediateca INAH.


FUENTES

Cristina Alvizo, (2021). Sobre rieles y ruedas: historia del transporte público en Guadalajara (1874-1954), Zapopan, El Colegio de Jalisco.

Allen Morrison, "The Tramways of Guadalajara" en tramz.com

Repositorio Mediateca INAH, en mediateca.inah.gob.mx

martes, 30 de noviembre de 2021

7 curiosidades del Tren Ligero de Guadalajara (Línea 1)

NOTA: Esta entrada se ha editado para agregar dos hechos curiosos que no conocía al momento de redactarla. El título se ha modificado en concordancia.


El tren ligero es parte de la rutina y la vida de muchos tapatíos, desde su inauguración en 1989. La primera línea recorre la ciudad de norte a sur a lo largo de casi 17 kilómetros, y cuenta con 20 estaciones. A primera vista, esta línea de transporte público masivo no parece nada fuera de lo común, pero ofrece algunos aspectos curiosos e interesantes relacionados con su historia. Por ello, te presento siete datos curiosos de la línea 1 del tren de Guadalajara.


1. Fue hecha para un Metro pero fue inaugurada con trolebuses.

En 1970, la ciudad de Guadalajara había superado el millón de habitantes, y el crecimiento de la ciudad había agravado los problemas de tránsito vehicular. Se propusieron dos soluciones que requerían grandes obras de ingeniería y costos fiscales y sociales. Por una parte, una nueva vialidad que aliviara el tránsito en la zona centro; por la otra, un novedoso sistema de transporte colectivo. El Sistema de Transporte Colectivo Metro en la Ciudad de México había sido inaugurado en 1969, y debido a su éxito inicial se propuso replicarlo en Guadalajara.

Para crear la nueva avenida, inicialmente llamada Eje Norte Sur, se demolieron numerosas fincas y edificios a lo largo de las calles Moro, Escobedo y Mezquitán. Mientras se abría paso a esta avenida, se decidió aprovechar la oportunidad y crear un túnel a lo largo de ella. Las dimensiones del túnel eran suficientes para un tren subterráneo, e incluso se construyeron estaciones completas al estilo vigente en la época. Varias delegaciones extranjeras ofrecieron créditos y asesoría para construir el metro, y el gobernador Alberto Orozco Romero (1971-1977) pidió apoyo al gobierno federal.

Sin embargo, se decidió que el medio de transporte a utilizarse en la nueva avenida sería el trolebús, y no el metro. Existen varias versiones sobre el cambio de vehículo, algunas muy especulativas, como que los trenes "no cupieron" en el túnel o no podían pasar en las curvas del trazo. Otros han considerado que el presidente Luis Echeverría consideraba que el metro era un gasto improductivo. La justificación del gobierno estatal fue que, en el trazo construido y con la demanda de transporte en esa época, no era costeable hacer una línea de metro. Por ello se adoptó una "solución evolutiva", consistente en iniciar la operación con trolebuses, para posteriormente adaptar el túnel para la circulación de un tren.

Trolebús Marmon-Herrington en estación subterránea. Fuente: www.trolleybuses.net

Los trolebuses fueron inaugurados en 1977, con dos rutas: Zapopan a Tlaquepaque y Panteón Nuevo-Plaza del Sol. Hacia 1987 se anunció la construcción del tren eléctrico, por lo que dejaron de circular los trolebuses. En la estación Juárez se puede hallar una placa, testimonio de la inauguración por el presidente Echeverría y las autoridades locales, que antecedió a la apertura del tren en trece años. El tramo de Avenida Colón ya era recorrido en parte por los trolebuses, que circulaban por el camellón de la avenida, el cual fue adaptado con balasto, vías y catenaria eléctrica para que pudiera pasar por allí el tren.

2. El templo a mitad de la avenida (estación Refugio).

La capilla del Refugio es un sitio conocido entre los tapatíos por la curiosidad de hallarse en el camellón de la Calzada Federalismo. El sitio de culto fue de los pocos edificios en salvarse de ser demolido durante la construcción de la nueva avenida, y se circularon rumores sobre la razón de su permanencia. Las autoridades alegaron que el templo era arquitectónicamente relevante y que se excluyó de la destrucción por atención a los habitantes de la zona.

Construcción del túnel y apertura de Calzada Federalismo en torno a la capilla del Refugio. Fuente: La nueva ciudad

La persistencia de la capilla planteó un desafío a los ingenieros y albañiles que construían el túnel, pues por las características de su cimentación existía el riesgo de que se viniera abajo si se excavaba el túnel por debajo de él. Se tomó la decisión de reforzar con pilotes de concreto el costado del templo, y que el trazo del túnel hiciera una curva para evitarlo, lo cual puede apreciarse al circular en el tren y en la estructura de la estación. Los ingenieros agregaron una entrada que da a la puerta del templo, además de un parque aledaño.

3. ¿Estación Colón?

Durante la etapa inicial de los trolebuses, las únicas estaciones subterráneas del sistema eran Ávila Camacho, Mezquitán, Refugio, Juárez y Mexicaltzingo. Las estaciones en los extremos del túnel se construyeron a nivel de la calle, pues a partir de allí las líneas se separaban. En el norte, la estación superficial era División del Norte, en el sur se encontraba la estación Colón, en la confluencia de la avenida del mismo nombre con la nueva Calzada Federalismo y la avenida Washington. De la misma forma que el parque del Refugio, se quiso dotar a esta zona de una nueva área recreativa, que en este caso se llamó Parque del Federalismo. Para subrayar el motivo del parque y el nombre de la avenida se construyó una escultura que, desde arriba, reproduce un mapa de los estados de México.


Estación Colón a nivel superficial. Fuente: www.trolleybuses.net

En 1981 se propuso ampliar el sistema de trolebuses, por lo que se abrió un paso a desnivel de la Calzada Federalismo bajo Washington, para conectarla con la avenida Colón. La estación se adaptó para tener una estructura subterránea, y al inaugurarse en 1989 la línea 1 del tren, se decidió llamar Washington.

4. Construida a futuro: la estación Juárez.

Además de la previsión de que algún día se usaría para un tren, los responsables de la obra del túnel previeron que podría ser el punto de conexión con otra línea de transporte masivo, por lo que se excavó un túnel lo bastante profundo para albergar otra estación. Desgraciadamente, la construcción de la segunda línea tuvo que esperar hasta 1992, cuando se iniciaron los trabajos para la línea 2 del tren eléctrico urbano. Existe, sin embargo, una vía que enlaza las líneas 1 y 2 del tren, y se puede apreciar ligeramente en la vía que va de Refugio hacia Juárez, poco antes de llegar a la estación.

5. La frustrada línea 3.

Casi desde la apertura de los trolebuses se pensaba que tendría que haber al menos tres líneas de transporte masivo en Guadalajara. Como ya vimos, pasaron 12 años entre la construcción del túnel y la apertura del tren eléctrico, y otros 4 años más para abrir la segunda línea. En algunos mapas de la época aparecía una tercera línea muy parecida a la Línea 3, inaugurada en 2020. Sin embargo, durante el gobierno de Emilio González, se propuso un trazo totalmente distinto.

La línea propuesta correría desde la estación Isla Raza hacia Santa Fe, en Tlajomulco. Se proponía que corriera de forma concurrente desde Isla Raza hacia Periférico Norte, la terminal en esos años. Se remodeló la estación Urdaneta, en previsión de la expansión de la línea, pero el proyecto fue dejado de lado, y cuando se anunció en 2014 la nueva línea del tren, fue elegido el trazo Zapopan-Guadalajara Centro-Tlaquepaque.

6. Trenes de inspiración alemana, pero hechos en México

Los trenes originales del sistema se realizaron con tecnología alemana, basándose su diseño en el Strassenbahn Typ B de la empresa Duewag, una línea de trenes muy comunes en los sistemas de tranvías y tren ligero de la entonces República Federal Alemana (también conocida como Alemania del Oeste). Los trenes para Guadalajara, sin embargo, fueron construidos en la entonces empresa estatal Constructora Nacional de Carros de Ferrocarril, o Concarril, gracias a un acuerdo de cooperación tecnológica con la empresa Siemens. A continuación te presento dos imágenes de los trenes alemán y tapatío.




7. Se llegó a pensar que sería un "elefante blanco"

Al momento de su inauguración, México llevaba casi siete años de crisis económica y social, por lo que la primera línea de tren de Guadalajara se tuvo que realizar con economía y austeridad, como lo demuestra que la mayoría de su trazo fuera superficial. En su recorrido no existen grandes áreas comerciales o centros de trabajo, sino colonias habitacionales de clase media o trabajadora, así como algunas áreas industriales, por lo que se señaló que era un tren que iba "de ninguna parte a ninguna parte". Además, inicialmente no se coordinó adecuadamente las rutas existentes con la línea, de forma que no se beneficiaron el tren y los autobuses de un funcionamiento como sistema.

Sin embargo, con el paso del tiempo se fue consolidando e incrementando su número de pasajeros cada año, sobre todo con la apertura de la segunda línea de tren en 1994, por lo que se tuvo que ampliar las estaciones en 2015 para que pudieran circular trenes de tres vagones. La línea 1 podrá no ser la más turística pero es una forma muy eficaz de cruzar Guadalajara de norte a sur en transporte público, y conforme las periferias de la ciudad se han poblado cada vez más, se confirmó el error de esos pronósticos pesimistas.

¿Conoces algún otro dato curioso del tren ligero o en general de tu colonia? ¿Qué piensas del tren ligero o del transporte de tu ciudad? Te invitamos a dejar un comentario en este artículo.

martes, 21 de septiembre de 2021

¿Quién es el padre de la patria? La historia según la 4T

Uno de los debates más acérrimos en la historia de México durante el siglo XIX se centró en la cuestión de quién podía reivindicar el mérito de lograr la independencia de México. Las opiniones en disputa se podrían clasificar en dos grandes bandos: el conservador y el liberal, y el resultado de las guerras civiles que asolaron México desde su independencia hasta la década de 1860 fue también el predominio de una visión de los eventos fundacionales del estado mexicano.

La visión liberal nacionalista de la historia de México fue sostenida por distintos regímenes de gobierno, desde la administración de Porfirio Díaz hasta los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana de 1910, el Partido Nacional Revolucionario y sus manifestaciones posteriores, aunque declinó a finales del siglo XX, de manera paralela al declive del nacionalismo estatista (es decir, que privilegia la actuación del Estado sobre la sociedad y la economía). Durante las administraciones de Vicente Fox (2000-2006), Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), esta versión histórica decayó en relevancia, como muestra estuvieron las fiestas del Centenario de la Revolución y Bicentenario de la Independencia, que fueron consideradas "desangeladas", pese a que solían ser dos de los eventos históricos más destacados en la visión nacionalista de la historia.

Sin embargo, con la llegada al poder de Andrés Manuel López Obrador (2018-) se revivió este relato histórico, que justificaba sus actos y discursos al autoconsiderarse la "Cuarta Transformación" en la historia de México. La versión del pasado de AMLO consideraba que en el pasado de México habían ocurrido tres eventos revolucionarios ("transformaciones" de la sociedad): la Independencia (1810), la Reforma Liberal (1857) y la Revolución Mexicana (1910), de lo cual se seguía que el gobierno de López Obrador sería la cuarta transición, es decir, se equiparaba con los procesos históricos que eran su inspiración.


Imagen institucional del gobierno actual de los Estados Unidos Mexicanos, presidido por Andrés Manuel López Obrador. Fuente: El Siglo de Torreón

La visión histórica de la 4T es una versión ya desusada de la "Historia de los Grandes Hombres", también conocida como historia de bronce, por ser prolija en construir monumentos a individuos reales o míticos que más que seres humanos reales, con errores, ambiciones e ideales inalcanzables, son casi dioses buenos, desinteresados y con un objetivo claro en la mente: formar a la patria. Entre los héroes que aparecen prominentemente en la imaginería del gobierno actual destacan José María Morelos y Miguel Hidalgo, líderes insurgentes en la Guerra de Independencia (1810-1821); Benito Juárez, presidente de México en el período 1858-1872 y uno de los exponentes principales del liberalismo en México; Francisco I. Madero, líder inicial de la Revolución Mexicana y presidente por un breve período tras la renuncia de Porfirio Díaz, y Lázaro Cárdenas, presidente entre 1934 y 1940 que llevó a cabo políticas de corte nacionalista, estatista y redistributivas de la riqueza, como la expropiación de la industria petrolera (1938), la reforma agraria y la nacionalización de los ferrocarriles. Estos personajes son íconos de las llamadas "transformaciones" y son invocados (sobre todo Juárez) por el titular del Ejecutivo federal. Tal vez la actuación de AMLO hasta ahora no se asemeje mucho en los hechos a sus héroes, pero al menos en el discurso y en los proyectos, fungen como inspiración para su actuación.

Bueno, ¿y quién es el padre de la patria?
Mencioné las dos visiones de la historia mexicana: conservadora y liberal. Comenzaré por describir la conservadora, que siempre ha sido marginal en el discurso oficial en México. Según esta versión, fue Agustín de Iturbide, comandante de los ejércitos realistas, quien logró convencer a la gran mayoría de actores políticos y militares de su época de unirse a su proyecto de las "Tres Garantías". Tras una campaña relativamente incruenta, Iturbide consiguió el consenso de la gran mayoría de las clases gobernantes para separar al país de España. Pese a su fallido gobierno (el Primer Imperio, 1821-1822), no se puede negar que Iturbide instrumentó un cambio de lealtad fuera de la monarquía hispánica.

La versión liberal, sin embargo, sostiene que Iturbide fue en realidad el instrumento de los intereses sempiternos en la Nueva España: el clero, los terratenientes, los comerciantes y, sobre todo, los militares. La consumación de la Independencia habría sido una especie de "revolución desde arriba", un cambio político para evitar la metamorfosis de la sociedad mexicana hacia un régimen más justo y móvil. Los verdaderos autores de la patria mexicana eran los insurgentes, que se habían rebelado contra el gobierno virreinal desde 1810, y en las personas de Rayón y Morelos, habrían formulado el primer proyecto de un país libre y soberano, independiente de España. El origen de todo, sin embargo, habría sido obra del cura Miguel Hidalgo, quien había liderado una rebelión campesina en el Bajío. Los insurgentes lograron quitar del poder a Agustín de Iturbide, y presionaron para que la celebración de la independencia no se realizara el día 27 de septiembre, día de la entrada del Ejército Trigarante de Iturbide a la Ciudad de México, sino el 16 del mismo mes, cuando el padre Hidalgo llamó a tomar las armas a una muchedumbre en Dolores, Guanajuato. Ésta es la visión que Andrés Manuel López Obrador y sus partidarios reivindican y que utilizan como justificación para sus políticas estatistas.

Preocupa al presidente López Obrador que un jarrón del Emperador Maximiliano de Habsburgo esté frente al retrato de Benito Juárez. Fuente: Infobae.

Y bueno, ¿a quién le importa lo que pasó hace 200 años?
Podría parecer que hablar de historia es menos importante que otros temas gravísimos que aquejan al país, como la delincuencia, la crisis económica, la degradación social y el deterioro al medio ambiente, y que ponerse a pelear por Hidalgo e Iturbide, Juárez o don Porfirio no es tan diferente que discutir que si el América, el Cruz Azul, Messi o Ronaldo, pero la reescritura de la historia refleja y apoya las políticas de un Estado, ya que "quien controla el presente, escribe el pasado y señala al futuro". La visión de la historia de la 4T se inscribe en una ideología estatista, izquierdista, divisionista, que sostiene que "la lectura debe ser acto de emancipación y no placer capitalista". Incluso se llega a alterar el registro histórico, borrando el título de "Imperio Mexicano" con que se firmó la independencia, para reemplazarlo por una hipotética "República Mexicana".

Después de todo, quien miente sobre el pasado, miente sobre el presente y quizás también sobre el porvenir. Y es trascendente cuando es, en teoría, la historia heroica de este país la que inspira al gobierno actual.

sábado, 11 de septiembre de 2021

"¿Somos los malos?": Análisis del meme histórico

Los memes son uno de los productos más emblemáticos de la moderna cultura popular, resultando muy eficaces en transmitir un mensaje humorístico o agudo de manera gráfica a la vez que generando una reacción emocional de identificación entre los ¿lectores? ¿espectadores?, que identifican ciertas tendencias de representación y generan constantemente nuevas maneras de expresar sus ideas. La difusión de los memes se ha facilitado con las computadoras y teléfonos inteligentes, que los diseminan de manera instantánea a potencialmente millones de usuarios. Existen infinidad de géneros y formatos de memes, pero ya que la especialidad de la casa es la historia, hoy tomaremos el ejemplo de un meme que hace referencia a un evento histórico.

De acuerdo con las clases de "Historia y Género" que nunca tomé en la licenciatura, sí, somos los malos :(

El meme en cuestión se titula "Are we the baddies?" ("¿Somos los malos?" en español) y proviene de un programa humorístico inglés. En la escena, unos soldados de las SS (tropas de asalto alemanas en la Segunda Guerra Mundial) hablan de tácticas para la guerra, pero uno de ellos le pregunta al otro por el emblema que llevan en la gorra. La preocupación del soldado es si la calavera con huesos implica que son los malos, a lo cual su compañero no da mayor importancia. Se mezcla el tono de voz y expresiones faciales y corporales de los personajes con alusiones a eventos reales e incluso humor visual, de forma bastante cómica.

Sketch "¿Somos los malos?". Fuente: YouTube.

El simbolismo de la calavera y los huesos
Como el soldado preocupado hace notar, el símbolo de la calavera (llamado "Totenkopf" en alemán, literalmente "cabeza del muerto") remite entre otros casos a los piratas, a la muerte y a la decapitación. Este símbolo es tan antiguo que sus orígenes concretos no se conocen, pero existen ejemplos puntuales desde la Edad Media tardía, entre piratas (cuyo emblema se conoce en inglés como "jolly roger") y soldados de Europa y otras partes del mundo. La calavera, sin embargo, se podría considerar un símbolo universal de la especie humana, al hallarse en todas las regiones y épocas del registro histórico, en México, por ejemplo, existen representaciones de calaveras desde la era prehispánica hasta el siglo XX, con las famosas caricaturas políticas de José Guadalupe Posada.


Coatlicue, diosa prehispánica. Nótese la calavera en la cintura de la estatua. Fuente: Mediateca INAH.

En Alemania se empleó la calavera desde al menos el siglo XVIII (1700's), en el reino de Prusia. El ejército de Prusia fue uno de los primeros en ser organizado de forma profesional en la Europa moderna, y llegó a ser admirado y temido por su eficiencia y disciplina. Ya que Prusia lideró el proceso de unificación alemana ocurrido entre 1864 y 1871, el símbolo Totenkopf pasó al ejército del Imperio Alemán, donde se utilizó por varios regimientos en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La calavera con huesos hace referencia a la proximidad de la muerte con la que todos los soldados conviven, pero también a la voluntad de pelear hasta el final, es decir, hasta matar o morir.

Tras la derrota alemana, los grupos paramilitares denominados Freikorps (cuerpos libres o francos) utilizaron la calavera como seña de identificación en sus batallas contra las bandas armadas de comunistas que asolaron Alemania durante los años de la primera posguerra. Al pasar algunos ex-miembros de los Freikorps a integrar los grupos de choque del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP, por sus siglas en alemán pero mejor conocido como "nazi") se retomó la Totenkopf en algunos escuadrones, particularmente en las brutales SS (Schutzstaffel o "tropas de protección"), que precisamente adoptaron esa denominación (los escuadrones Totenkopf).


Freikorps en Munich, Baviera, hacia 1919. Nótese el emblema Totenkopf al frente del vehículo. Fuente: Reddit.

Las SS no sólo funcionaron como policía política del gobierno nacionalsocialista, sino también como tropas ajenas al control del ejército alemán (la "Wehrmacht") las cuales respondían en última instancia a su jefe, Heinrich Himmler, y éste a su vez al dictador y líder supremo Adolf Hitler. Durante todas las etapas de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) en Europa, las SS impusieron un orden brutal en los países invadidos, y fueron responsables de muchos crímenes de guerra, como masacres, ejecuciones extrajudiciales y decisivamente de la reclusión, explotación y eliminación de poblaciones enteras a las que los historiadores se refieren como el Holocausto.

Tiene bastante sentido entonces que algún soldado de las SS con un poco de introspección se preguntara, ¿somos los malos?

El debate moral sobre los crímenes de guerra: ¿quiénes son los malos?
El debate sobre la culpabilidad de los soldados y civiles en las guerras totales del Siglo XX es interesantísimo a la vez que complicado. Para el caso del régimen nacionalsocialista, la escritora Hannah Arendt estudió el fenómeno totalitario en general y el caso de Adolf Eichmann en particular (en su libro "Eichmann en Jerusalén"). Según Arendt, Eichmann participó en el Holocausto bajo las órdenes de Reinhard Heydrich, donde se aseguró de que el traslado de presos, las ejecuciones y la remoción de los cuerpos de los campos de concentración fueran lo más eficientes posible. Eichmann había logrado escapar después de 1945 hacia Argentina, donde fue cazado y capturado por un escuadrón de agentes judíos que lo llevaron secuestrado a Jerusalén, para ser juzgado por el Estado de Israel. Eichmann, como muchos otros alemanes, adujo estar siguiendo órdenes y no albergar ningún resentimiento o desprecio a sus víctimas. Veía su trabajo como una función burocrática, más que como un acto de crueldad.

Adolf Eichmann en juicio en Israel, detrás de una pantalla de cristal antibalas. Fuente: National Geographic.

En la gran mayoría de regímenes totalitarios o dictatoriales se reduce al enemigo interno o externo a una categoría infrahumana. Se ha hablado en gran extensión sobre la ideología racista del régimen nacionalsocialista, que catalogaba como infrahumanos (Untermenschen) a grupos étnicos enteros, como eslavos, gitanos, africanos, personas con discapacidad y particularmente judíos, con lo que se desensibilizaba al resto de la población y se creaba un abismo entre seres valiosos y otros sin valor intrínseco alguno. La realidad es que muchos otros Estados e ideologías son responsables de eso, un ejemplo sería el Genocidio de Ruanda (1994), donde se denominaba "cucarachas" al grupo étnico rival, o la Unión Soviética bajo Stalin (1924-1953), que catalogaba como "enemigos de clase" a individuos preparados (incluyendo judíos) o campesinos prósperos, para justificar su desposesión, encarcelamiento, desplazamiento forzado y ejecución en masa de una forma no muy diferente al Holocausto (incluso con un costo humano muy superior a los crímenes del régimen nacionalsocialista). El ejemplo más pertinente para nuestros días sería el feminismo radical, que sostiene que el embrión o feto "no son individuos sujetos de derechos" y ni siquiera humanos, sino un simple "montón de células" (sic) que puede ser exterminado y disuelto sin responsabilidad moral ni legal.

Ya que esta reflexión sobre un meme (que debería ser divertido) ha tomado un curso bastante sombrío, termino aquí este artículo. ¿Qué opinas al respecto, somos los malos?

miércoles, 8 de septiembre de 2021

La historia y el Señor de los Anillos: la influencia del pasado en la obra de Tolkien.

Introducción

Como muchos estudiantes de la historia, me confieso también aficionado a algunas obras de fantasía y ciencia ficción como a videojuegos que toman inspiración de los vestigios del pasado humano. Es un lugar común que gran parte del género de fantasía anglosajón recurre a símbolos, temas, motivos e imaginería del pasado medieval y moderno temprano de Europa, pero existen ciertos matices y diferencias entre las diversas obras que obedecen generalmente al criterio del autor y su grado de conocimiento de tales elementos de la historia. En este caso daré una breve impresión sobre la influencia de la historia en las obras de J. R. R. Tolkien, principalmente su serie clásica El señor de los anillos. Esta reseña cubre sobre todo los países imaginados por Tolkien en los tres libros de su principal saga, pues su obra póstuma El Silmarillion es de mayor extensión y densidad y excede por ahora mi capacidad de análisis.

John Ronald Reuel Tolkien, filólogo y autor de literatura fantástica. Fuente de imagen: The Mirror.


Sobre Tolkien

No se puede comenzar a hablar de la inspiración de Tolkien en la historia sin apreciar su personalidad, trayectoria y obra. Tolkien fue primariamente un filólogo, es decir, un estudioso del lenguaje y los idiomas, que no sólo hablaba múltiples lenguas actuales y pretéritas sino que llegó a crear sus propios idiomas desde edad temprana. Algunos analistas señalan que Tolkien creó primero sus idiomas, y luego el vasto mundo imaginario que sustentaría la diversidad y estructura que todo lenguaje humano posee. De igual manera, J. R. R. Tolkien poseía grandes conocimientos de mitología, historia e incluso botánica, que se sumaron a sus mencionadas facultades lingüísticas y experiencias personales para construir una cosmogonía propia que continúa siendo apreciada y divulgada desde hace más de medio siglo.

Los países y pueblos de la Tierra Media

Por Tierra Media se refirió Tolkien a un continente situado en el centro de un mundo inicialmente plano, entre las tierras de Aman en el oeste, lugar de residencia de los Valar, seres inmortales y sabios hijos de la deidad creadora Eru Ilúvatar; y otras tierras apenas mencionadas por el autor, situadas al oriente y sur de dicho planeta. De la Tierra Media surgieron las distintas razas que habitan el mundo y los libros de Tolkien: elfos, enanos, hombres, hobbits, orcos, etc.

Mapa de la Tierra Media en la Tercera Edad. Fuente: DeviantArt.

Tolkien dividió la historia de su mundo imaginario ("Arda") en tres edades. En la primera ocurrió el despertar de las razas arriba mencionadas, y fueron dominadas por las luchas entre Melkor o Morgoth, el valar rebelde que buscó equipararse al Dios creador, contra los elfos, hombres, enanos y finalmente los demás valar. El resultado de dichas guerras fue la transformación del planeta plano en uno esférico, además de la separación de Aman del resto del mundo y la destrucción de grandes áreas de la Tierra Media. Al inicio de la segunda edad, el continente que la mayoría de sus lectores conocen ya se encontraba con su configuración aproximada. En dicha era, el lugarteniente de Morgot, Sauron, creó los anillos mencionados al inicio de la serie, distribuyéndolos entre los principales reyes de las tres razas: nueve para los hombres, siete para los enanos, que se sumaron a tres anillos que los elfos realizaron para defenderse de su poder. Por encima de estos anillos se debía colocar al único, portado por el mismo Sauron, lo que se explica en la célebre inscripción del "Anillo Único".

Inscripción del anillo único, en letras élficas, traducción del lenguaje creado por Sauron y en inglés. Fuente: LOTR Wikia.

La batalla con que se dio fin a la segunda edad, en que se enfrentaron elfos y hombres a los ejércitos de Sauron terminaron con éste derrotado (aunque no eliminado), Elendil (rey de los hombres) y Gil-Galad (capitán de los elfos) muertos. El hijo de Elendil, Isildur, recuperó el anillo de la mano de Sauron, pero contrario al consejo de Elrond no lo destruyó sino que buscó utilizarlo para afianzar su poder. Sin embargo, en una emboscada fue asesinado dicho rey, y el anillo se perdió durante siglos, hasta que fue descubierto de forma accidental por un hobbit, como se describe en el libro del mismo título ("El hobbit").

Una vez resuelto dicho preámbulo, discutiremos las influencias que a mi juicio podemos encontrar en algunos países de la Tierra Media.

1. La Comarca (the Shire)
La Comarca es la patria de los hobbits, que inmigraron a ella en tiempos inmemoriales. El paisaje de la Comarca se caracteriza como un entorno rural, de suaves colinas, arroyos y ríos y limitado por un bosque tenebroso (el "Bosque Viejo") y no demasiado lejos del mar, que no interesa realmente a la mayoría de los hobbits. Las comunidades de la Comarca podrían estar inspiradas en los pueblos y campos de Inglaterra pero en realidad la estructura de la sociedad hobbit no se diferencia de cualquier otra región campirana, casi idílica, de la historia de la humanidad. Los hobbits se dedican a labrar los campos, cuidar los animales y a oficios simples, y llevan cuidadoso registro de su genealogía (todos son parientes en algún grado, de forma endogámica) y son celosos de sus costumbres, al grado que Bilbo Bolsón, protagonista de El hobbit es visto con suspicacia por su afición a las aventuras y trucos, así como por su amistad con Gandalf el mago. Al retratar a la Comarca de tal manera, Tolkien pudo evocar con nostalgia a las campiñas de su infancia, que de cualquier manera ya a principios del siglo XX estaban transformándose o desapareciendo gradualmente de Europa.

La Comarca, visión artística. Fuente: Wallpaper Cave.

2. Rohan
El país de los jinetes, ubicado entre Isengard, las montañas blancas y el río Anduin, se inspira claramente en las culturas ecuestres (es decir, a caballo) de la Alta Edad Media. El idioma de los habitantes de Rohan no es otro que el inglés antiguo, el cual Tolkien dominaba y apreciaba profundamente. Los "rohirrim" (habitantes de Rohan) no eran originarios de dicho país, sino que emigraron a éste, desplazando a sus pobladores originales, como ocurrió en la edad media con los anglosajones y normandos en Inglaterra, los hunos y magiares (húngaros) en Europa Central, y los mongoles y turcos en Asia Central. La ayuda de los jinetes de Rohan posibilita al fin resistir a Sauron en la segunda y tercera entrega de la serie (Las dos torres y El retorno del rey). Los rohirrim sobrevivían de la agricultura y la ganadería, su forma de llevar la guerra era obviamente basada en la caballería.


Edoras, capital del reino de Rohan. Fuente: LOTR Wiki. Derechos reservados New Line Cinema.

3. Gondor
Gondor es el gran reino del sur, fundado por los descendientes de los númenoreanos (la versión tolkieniana de la Atlántida) y es por mucho el más majestuoso y poderoso de los reinos humanos, si bien al inicio de El Señor de los Anillos se denota su franca decadencia tras siglos de guerras y conflictos internos. La capital de Gondor, Minas Tirith es un lugar fantástico, descrita como una ciudad de piedra construida en el costado de una montaña, estructurada en círculos concéntricos cada vez más pequeños conforme se asciende, y en la cima un promontorio similar a la proa de un barco, donde se conserva el mítico árbol blanco que constituye la enseña del país y su monarca. Este país se ubica inmediatamente al oeste de Mordor, el reino de Sauron el Señor Oscuro, y por su esplendor arquitectónico, evocación de glorias pasadas imperiales y resistencia a enemigos más fuertes nos recuerda al Imperio Romano de Oriente, mejor conocido como "bizantino", que persistió por casi mil años tras la caída de Roma pero al final fue conquistado por los turcos otomanos en 1453.

Minas Tirith. Derechos reservados New Line Cinema.

4. Mordor, Isengard y los reinos del Este y del Sur
Los reinos de Mordor, Isengard y otros al este y sur de la Tierra Media constituyen el territorio de los oponentes a los héroes de Tolkien. El primero, guarida de Sauron, es descrito como un país oscuro, con atmósfera irrespirable, arroyos turbios y amargos y suelo pedregoso donde no crecen más que espinas y hierbas salvajes. Mordor está dominado por un volcán, la Montaña del Destino y la torre donde reside el espíritu de su comandante, se encuentra rodeado por montañas inaccesibles en sus costados, de forma que es una fortaleza casi perfecta. Se ha mencionado que Tolkien retrató de tal manera al país maligno paradigmático pues en su infancia habría residido en una ciudad industrial de Inglaterra, que a inicios del siglo XX eran entornos sumamente contaminados y depresivos. Isengard fue elegida como base de operaciones por Saruman, mago que se une al bando oscuro y que allí creó una raza de orcos más fuerte y cruel, además de derribar sus árboles y sustituir el paisaje con hornos y fundiciones (de nuevo el trauma por la industrialización).

Sobre los reinos orientales y australes, casi no se describe nada más allá de sus habitantes y en particular sus fuerzas armadas. Se retratan sin embargo como seres brutales, casi monstruosos, de pieles oscuras, lenguas rojas, y que montan elefantes gigantescos, o se dedican a la piratería. La inspiración de Tolkien pudo partir de distintos pueblos africanos o asiáticos, como los cartagineses (enemigos de los romanos), que asimismo utilizaron elefantes para la guerra o los piratas del norte de África (la Berbería) que asolaron el Mediterráneo por varios siglos. Desde luego, críticos "progresistas" han señalado como "racista" el uso de este tipo de imaginería que evoca pueblos primitivos o belicosos, sin prestar atención al bagaje cultural de Tolkien, típicamente europeo y católico.


Mordor. Derechos reservados New Line Cinema.

5. Los países élficos (Lórien, Rivendel y el Bosque Negro) y los reinos de los enanos.
Las patrias de los elfos son descritas como sitios casi atemporales, donde el mal parece no penetrar, acorde con los poderes casi místicos de dichos seres, en teoría inmortales. Los elfos no parecen dedicarse a tareas manuales o agricultura, sino que viven de los frutos de los bosques y crean artefactos muy finos y poderosos, como los anillos arriba mencionados. No existe una inspiración clara en la historia de Europa para tales pueblos, al menos que yo sepa, si acaso reminiscencias de los pueblos germánicos que habitaban los bosques de la Europa del Norte. En este sentido, los elfos son más una creación mitológica que histórica, con una herencia importante de imaginería cristiana pero también pagana de los pueblos nórdicos, depurada y reinterpretada por el genio de Tolkien.

Los enanos, que habitan sobre todo en las montañas y las minas, es decir bajo tierra, tampoco parecen tener a mi juicio un antecedente histórico, y se inspiran mucho más en las mitologías nórdicas y célticas que Tolkien admiraba profundamente y en la literatura medieval y la cultura popular de la Europa occidental. Los enanos son descritos como una raza de seres resistentes, compactos pero fuertes, testarudos y casi tercos, hábiles con las manos, la forja y la herrería y extremadamente apegados a los tesoros materiales, en particular los derivados de los metales. Los signos que constituyen la escritura de los enanos son directamente inspirados de las runas que los pueblos de Europa Occidental usaron hasta la implantación del cristianismo, en la Alta Edad Media. Los elfos y los enanos suelen sospechar los unos de los otros, lo que se deriva no sólo de sus caracteres casi opuestos sino de guerras y crímenes que se remontan a la primera edad de la Tierra Media (véase El Silmarillion).


ARRIBA: Gimli, representante de los enanos en la Comunidad del Anillo. ABAJO: El puente de Khazad-Dum en las minas de Moria. Derechos reservados New Line Cinema.

Conclusión
La obra de Tolkien es vastísima en referencias míticas e históricas, lo que refleja el conocimiento del autor sobre distintas culturas y filosofías. Aunado a su gran imaginación y talento descriptivo y narrativo, la lectura de sus obras ofrece posibilidades de deleite estético pero también de discusión de interrelaciones entre la historia y la literatura.